martes, 21 de junio de 2016

TRAMO QUINTO: ALMENDRICOS-GUADIX. ¡UNIDOS POR FERROCARRIL!

ALMENDRICOS - GUADIX
¡UNIDOS POR FERROCARRIL! 

AVISO IMPORTANTE: El texto que sigue a continuación lo escribí de una tacada en el otoño de 1989, y con él pretendía dar cuenta de la marcha realizada a través de la vía férrea que comunicaba las localidades de Almendricos con Guadix, clausurada hacía poco por una nefasta decisión política. A los que realizamos tal marcha nos movía, ciertamente, la protesta explícita por el cierre de la línea y la consecuente reivindicación de su apertura. Dicho lo cual, al escribirlo, no pude dejar de darle un sesgo subjetivo y poner de relieve sentimientos que me transportaban a mi infancia. Manifestando que, sin faltar a la verdad de los hechos, lo he retocado infiriéndole pequeñas modificaciones para darlo a los caminos ubicuos de Internet, me hago responsable de las opiniones que en él se vierten. Sin embargo, y a lo que vengo, no puedo asumir responsabilidad alguna acerca de las diversas instrumentalizaciones del mismo que, ajenas a mi voluntad, se hayan hecho o se pudieran hacer en aras de ideologías que escapan —y escapaban— al momento y a las motivaciones iniciales por las que fue escrito, las que ni acepto ni comparto.   


El trío, por Arboleas
TRAMO QUINTO


            De Zurgena a Serón el ferrocarril corre paralelo al río Almanzora que, casi horizontalmente, con una ligera inclinación de norte a sureste, cruza la provincia de Almería hasta su desembocadura en Villaricos. Su cuenca es alegre, poblada de naranjos y limoneros, y supone de hecho un alargado oasis en contraste violento con los márgenes de los desiertos exteriores.

            Pronto, a nuestra izquierda, surge la sierra de los Filabres, anunciándonos con sus dentelladas de perfiles y aristas la comarca del mármol.

            Rebasamos la estación de Arboleas, una miniatura edificada con sillares de piedra que contrasta con la factura de ladrillo del resto de las estaciones de la línea. Llegamos a la estación de Albox, sita en el pueblo de Almanzora, la habita un ferroviario jubilado que la tiene adornada con numerosas plantas florales de la zona: geranios, romeros, alhucemas, siemprevivas, petunias, begonias, uñas de gato... Esta estación es un oasis dentro de un oasis y contrasta favorablemente con la desolación que hemos apreciado en las estaciones anteriores.
En Albox

Uno de los trechos más bonitos del recorrido es el que va de la estación de Albox a la de Cantoria. Corre el Almanzora, o lo poco que queda de él, a nuestra vera, y algo comienza a cambiar en el paisaje. La comarca del mármol se anuncia con empinadas faldas de montañas a nuestra izquierda, donde señorea La Tetica, la cumbre más alta de Los Filabres, de 2.080 metros de altitud; bajo su falda blanquea la pequeña población de Bacares, a una altitud de 1.200 metros.

Llegamos, casi cayendo el sol, a la estación de Cantoria —cuya etimología remite a “cantera”—, y a modo de saludo encontramos en fila unos bloques de mármol inmensos. Decidimos hacer noche allí y buscamos alojamiento en el Casino de España, situado en la Plaza de la localidad. Las mesas, las sillas, la barra de mármol, su decoración y mobiliario en general nos recuerdan películas de época, aquellas de los años 40 y 50, muy folklóricas y con bastante tipismo.
Cantoria, cayendo la noche

Nuestras reflexiones se disparan: Tan sólo la posibilidad de transporte de mármol hubiera hecho rentable la línea. Sus principales canteras se encuentran en Líjar, Cóbdar, Chercos y Macael, sin olvidar la misma Cantoria. Esta riqueza natural ha llevado la prosperidad a la zona. No está de más, por tanto, recordar que después del de Carrara, el mármol extraído de estas canteras es el segundo en calidad de todo el mundo.

Una racionalización del transporte de mercancías —especialmente el mármol—, a la par que un aprovechamiento de las posibilidades turísticas de la zona —nada explotadas ni consideradas—, hubiera bastado para el mantenimiento sin mayores problemas o costo de este cordón de comunicaciones. Se piensa poco en el futuro cuando se toman ciertas decisiones; sólo se atiende para tomarlas a un número frío, que es engañoso; pero el otro número, el de los habitantes de la zona, se olvida con facilidad. Pero los lugareños están con nosotros; su protesta es unánime y piden que se haga algo al respecto. Tan sólo necesitaban esto, la marcha de tres locos por la antigua línea férrea, para que sirviera de catalizador de la indignación y la protesta.
Deterioro de la estación de Fines-Olula

A la mañana siguiente, temprano, en pie y a las vías. Cuando llegamos a la estación de Fines-Olula desplegamos la pancarta. La desolación, una vez más, es absoluta. Hay unos individuos trajinando en el andén; parece que están reparando algo, se les ve muy afanados... No reparan nada; nos fijamos en ellos: Lo que hacen es desmantelar, tratan de desencajar el gran reloj de esfera de la estación, quizá intentan robarlo... Quizá sí, quizá no. Uno de ellos con cara de animal, nos increpa:

—¿A dónde vais? Iiiiaaaahhh... Iiiiaaaahhh...
—¡A Guadix! —respondemos unánimes.
—¡Seguid, seguid p’alante! ¡ recto! Iiiiaaaahhh... Iiiiaaaahhh...
Para seguir con la imagen del deterioro: estación de Purchena.

Sobre las tres de la tarde nos dejamos caer en Purchena. Nos recomiendan el bar Cano para tomar algo y descansar un poco. A mitad de la comida se nos acerca el dueño del bar, Antonio Cano, quien nos ha reconocido.

—¿Sois vosotros los que estáis haciendo la marcha a pie?
—Sí

Pronto entablamos una amigable conversación. Antonio Cano es uno de los indignados con el cierre de la línea. Quedamos desagradablemente sorprendidos cuando nos habla de cierto pacto entre los alcaldes de los municipios próximos al tendido férreo para consentir en su cierre. Al parecer sólo el de Tíjola se opuso y, como premio, ello le costó la dimisión. No se puede poner un par en donde hay tanta clueca. Es lamentable, así lo pensamos, y consideramos el gesto de este hombre como algo heroico.



Estción de Tíjola. El del centro es Antonio Cano

Antonio Cano nos deja en la estación de Tíjola para seguir viaje. Desde esta estación provenía el agua que se suministraba a las estaciones de más abajo de la línea. Pedro nos recuerda que aquí prestó servicio como factor durante algún tiempo, y dicho lo cual, nuestra mirada viajera se pone en camino.

Embarcadero de mineral de Los Canos.
Con el sol oblicuo llegamos a Serón, el pueblo de los jamones, aunque en otro tiempo también famoso por el mineral de hierro que se embarcaba en Los Canos, cerca del Kilómetro 100 de la línea. Se impone una visita al embarcadero de mineral y a los antiguos depósitos de máquinas. Hasta allí bajaban las vagonetas con cargas de 700 y 500 Kg., suspendidas por cables de acero, desde Las Menas, el poblado minero del término de Bacares, que horadaba el mismo corazón de los Filabres. Sí, recordamos, la línea Baza-Águilas, inaugurada en 1890, fue construida por los ingleses para expoliar el mineral de esta sierra. Bajaban los trenes mineros hasta El Hornillo, en Águilas, y allí era transbordado a las goletas que lo llevaban a la madre Gran Bretaña.
Legada al km. 100.

Cuando entramos en la población de Serón, oscurecida la tarde, nos ponemos las camisas porque a esas alturas de la marcha ya vamos medio en cueros por las vías. Nos conocen, y un grupo de críos corretea delante de nosotros. Esa noche la hacemos en el Hostal que se sitúa al lado de la estación.

Traspuesto el sol, en la estación de Serón.

                                                           (continuará...)

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