Este
poema tiene una dedicatoria explícita, a Emilio
Saura y a su esposa, Ginesa López,
y otra implícita: a sus grupos. Estos
grupos son los hijos extensos de Emilio y Ginesa. Cuando escribí el poema,
hace años, en el cual recojo la impresión de un momento muy especial, daba una
serie de nombres: los de aquellos que en aquel día, en aquel momento,
participaban de su atmósfera y magia. Después pensé que sería injusto nombrar a
unos y no a otros, pues a lo largo del tiempo dilatado, habían sido pléyade los
participantes en aquellas reuniones que invariablemente sucedían el primer
jueves de cada mes, por lo que quité los nombres de unos para con ello nombrar
a todos.
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